cita con el cantante

cita con el cantante

Capítulos: 20 capítulos de 24 minutos cada uno

Dirección: Oscar Vernaza

Realizado: 2021

Javier Fernández “El Cantante del Gol” llega hasta los barrios, las canchas, las casas donde crecieron los grandes protagonistas del fútbol colombiano y se sienta a conversar durante treinta minutos con ellos. Durante la charla hablan sobre sus orígenes, su infancia, las dificultades que tuvieron que superar, y la vida que llevaron mientras cumplían su principal sueño. Mientras la conversación se lleva a cabo, los protagonistas reciben mensajes por parte de personas muy cercanas, que les permiten aflorar sus recuerdos. Así mismo, una bebida, una foto, un objeto o una canción se convierten en dispositivos emocionales, que trasladan al protagonista a un momento específico de su vida, generando todo tipo de emociones.

Capítulo 1: Para John Harold Lozano Prado, penúltimo hijo de 7, el deporte, cualquiera que sea, ha sido su prioridad desde pequeño. Heredero de la tradición familiar en donde las profesiones de docencia y abogacía han marcado el futuro laboral de las nuevas generaciones, tuvo que prometerle a su madre, doña Carmen Cruz Prado, que su prioridad por encima del fútbol profesional era terminar el bachillerato. De su padre, don Alberto Lozano Rivas, aprendió la recocha como forma de compartir alegrías y superar tristezas. Harold “el betún” Lozano, quien casi prefiere convertirse en bailarín profesional de breakdance que en futbolista profesional, nos abre espacio para conocer tanto su historia de vida como quienes lo han acompañado durante el transcurso de la misma.

Capítulo 2: Foad Yamal Maziri Cuadrado fue dándose cuenta durante el desarrollo de su carrera como jugador profesional que le era más grato hacer un pase gol que ser quien empujara el balón contra la red. Este descubrimiento está relacionado con uno de los valores que don Jorge Maziri y doña Bertina Cuadrado les enseñó a él y a sus 6 hermanos: la lealtad. Él estaba para sus compañeros y para su equipo. Por eso, la salida del América es una herida que todavía no cierra, aunque lo ha llevado a evaluar la manera en que se forman las nuevas generaciones de futbolistas. Foad Maziri, el palestino, el casi estudiante de medicina, el amante de las películas de ciencia ficción, nos abre espacio para conocer tanto su historia de vida como quienes lo han acompañado durante el transcurso de la misma.

Capítulo 3: Jaime Orlando Dinas Escobar reconoce en su padre y su madre la figura de héroes. Don Jaime Orlando Dinas Molinas es su Superman y doña Leonilde Fania Escobar su Mujer Maravilla. Trabajador desde que tiene uso de razón, Jaime le encontraba espacio al día, entre vender periódicos y estudiar, para jugar y narrar fútbol. Desde la acera de la calle, con un palo y una lata, comenzaba a relatar todo lo que veía. Jaime, el que viajó por el mundo de la mano de su papá con la revista Selecciones, el hombre que colecciona perfumes, ropa y zapatos desde que tuvo la posibilidad económica de hacerlo, nos abre espacio para conocer tanto su historia de vida como quienes lo han acompañado durante el transcurso de la misma.

Capítulo 4: Hijo de Pedro Antonio Zape Ortiz, reconocido intérprete de la tuba en la banda municipal de Puerto Tejada, y María Jordan, ama de casa entregada al cuidado de su familia, Zape creció cerca al río Cauca del cual ayudaba a sacar baldados de agua a su madre para utilizarlos en las labores de la casa. Cuando no estaba jugando fútbol Pedro nadaba. Creció junto a 8 hermanos y hermanas, pero fue su hermano mayor, Constantino, quien más influenció no sólo en el futbolista sino en la persona en que se convertiría. Viéndolo defender los 3 palos de la portería, Pedro Zape se enamoró del rol del arquero y fue por medio de la admiración que sentía hacia su hermano que tomó la decisión de querer también ponerse los guantes y aprender a volar.

Capítulo 5: Jeison Murillo, Edison “Guigo” Mafla, Germán Mera y Jorge López Caballero son algunos de los nombres de futbolistas colombianos que tienen algo en común: haber sido formados por Prudencio Viveros. Hijo único por parte de don Nicolás Varón y doña Aura María Viveros, Papá Pru entendió que el juego y, sobre todo, el fútbol podían existir en su vida y en la de sus ahijados si se ponía como prioridad el estudio: “Estudia y no serás cuando crecido juguete vulgar de las pasiones”. Prudencio Viveros el formador deportivo de la cantera Andrés Sanín para el Deportivo Cali por hace más de 30 años, el hombre que pintó ataúdes porque el fútbol no alcanzaba, la figura de autoridad que no regaña ni castiga sino que escucha, ama y protege, nos abre espacio para conocer tanto su historia de vida como quienes lo han acompañado durante el transcurso de la misma.

Capítulo 6: Sergio Angulo Bolaños jugaba muy bien y bastante al fútbol a pesar del hambre con la que aprendió a convivir durante su niñez. Fue a través de sus habilidades deportivas que lograba reunir pan y leche para llevar a la casa y repartir entre sus hermanos y hermanas. El amor y el respeto que don Eulalio Angulo y doña María de Jesús Bolaños transmitieron e inculcaron en él y en los demás integrantes de su amplia familia no fueron escasos. Su padre siguió escuchando sus partidos después de que perdió la vista y su madre no descansó de sus dolores corporales hasta reconocer que sus hijos alcanzaron bienestar y tranquilidad. Sergio, el jóven recogebolas que miraba a los grandes del Cali y soñaba con ser parte de esa élite deportiva, nos abre espacio para conocer tanto su historia de vida como quienes lo han acompañado durante el transcurso de la misma

Capítulo 7: Fabián Andrés Vargas Rivera gozó del privilegio de sentirse constantemente rodeado por su familia. Fue una gran ventaja el provenir del barrio Policarpa Salavarrieta, lugar del cual también fueron oriundos su padre y su madre, Yesid Vargas y Nubia Rivera. Junto con su hermano Iván y las amistades de la cuadra, Fabián buscó siempre estar alrededor de una pelota; fuera ésta fabricada con medias viejas enrolladas, retazos de periódico envueltos en cinta o hasta piedras pequeñas que se pudieran patear, su vida estuvo ligada a un balón. El fútbol le dió desde muy temprano la sensación de reconocimiento y autoestima. En el colegio San Bernardo de la Salle los profesores le otorgaban cierto respeto y sus compañeros lo postulaban como representante del curso al ser él la figura que los llevaba a ganar títulos. Gracias a la formación que tuvo Fabián y de enfrentarse a tomar una decisión frente a lo bueno y lo mano en un contexto como el del Policarpa, supo luego qué hacer con esa responsabilidad y admiración que vendrían a mayor escala, tanto nacional como internacionalmente.

Capítulo 8: Andrés Eduardo Pérez nunca se quedó quieto. Su fijación de niño era sentirse en movimiento, por eso cuando veía a su papá jugar fútbol no dudaba en entrar corriendo a la cancha para perseguir eso redondo que pateaban de un lado a otro. Su sensibilidad lo llevaría a pensar su lugar en el mundo más allá de un uniforme porque el movimiento no es exclusivo de una cancha de fútbol o de un equipo; hay otros escenarios que existen para hacerlo sentir vivo. Por eso supo escuchar a su esposa Alejandra cuando le recordó su rol de padre o a sus amigos cuando venían a hablarle de cualquier otro tema. Así nacen las noches de juegos de mesa, las tertulias y los círculos de palabras. Andrés se inclinó por cultivar la escucha atenta a su mente y a su cuerpo. Por eso aún todavía no deja de sorprenderse por lo que pueda lograr ya sea detrás de un balón o simplemente no quedándose quieto.

Capítulo 9: John Jairo Miranda estuvo fascinado desde pequeño por las historias que su abuelo Ramiro Miranda, una de las primeras personas que comenzó el oficio de la barbería en Yumbo, le contaba y le compartía en forma de libros y música. El antiguo egipto y sus enigmáticas pirámides se mezclaban con los juegos callejeros y los partidos de fútbol, mientras su abuela Ofelia Grajales, principal figura maternal que tuvo John Jairo desde su infancia, estuvo pendiente de que no metiera ni un solo dedo en la cocina, que hiciera las tareas y que se alimentara bien. El deporte y el fútbol se transforman en su objetivo primordial a través de la emoción: la emoción que sentía su abuelo por el fútbol brasilero, específicamente por Pelé, y la emoción que vió convertirse en lágrimas y gritos de alegría en el rostro de su padre José Nelson Miranda cuando América de Cali sale campeón en 1979. Desde ese momento y sin buscarlo empieza a formarse lo que sería el periodista y narrador que se reconoce hoy en día.

Capítulo 10: Diego Edison Umaña Peñaranda tuvo su primer acercamiento al fútbol cuando a la edad de 3 años le regalaron una pelota. La reacción que le produjo ese regalo fue ponerse a llorar de felicidad. Se dormía abrazado a ese balón prometiéndose que algún día iba a ser jugador profesional. Desde temprano entendió que el fortalecimiento físico no era nada sin la preparación intelectual, cuando iba a entrenar se llevaba un libro, un reproductor de música y una pelota. Diego, el hombre del afro, de las cábalas, de la salsa, de los pasos de baile y la melomanía, nos abre espacio para conocer tanto su historia de vida como quienes lo han acompañado durante el transcurso de la misma.

Capítulo 11: Álvaro Orlando Aponte Rojas nació el 17 diciembre de 1965 en la ciudad de Cali. Como parte de la primera descendencia de una de las tantas familias que tomaron la decisión de emigrar hacia la ciudad, Álvaro creció rodeado de actividades vinculadas al campo incentivadas por su padre Guillermo Aponte Ortiz. Su madre, Flor de María Rojas, desempeño el rol de ama de casa y también el de formadora, quería que sus hijos entrar al colegio La Piedad sabiendo leer, escribir, sumar, multiplicar, todo lo básico. La inclinación hacia el fútbol con equipos e hinchadas estuvo de la mano de su padrino Germán Parra, quien lo hizo hincha del Cali, lo llevó por primera vez al estadio y le consiguió la primera prueba con el Deportivo Cali. Álvaro nunca encontraría la cancha donde se haría la prueba y después de unos días comenzaría su carrera profesional probando opciones con el América.

Capítulo 12: A Julián Gustavo Téllez le vino su orientación vocacional en la forma de un balonazo a la cara. Su hermano mayor, Fabían, apreciaba la portería porque le permitía jugar al fútbol sin necesidad de desplazarse tanto. Con la emoción de quién abre los regalos de navidad y con el ejemplo a seguir de su hermano, Julián se puso la vestimenta completa de arquero un 25 de diciembre y salió a alguno de los parques que tenía el barrio Modelia de Bogotá para sellar su destino fuera de la portería, pero dentro del deporte que amaba. Su padre, Julio Téllez, su madre, Flor Rueda y su hermana Claudia eran las personas que completaron el núcleo familiar de esa época. A la edad de 6 años su vida cambia y pasa a vivir a Bucaramanga con su papá y su hermano. El niño que alguna vez quiso ser arquero logró atajar, lo mejor que pudo, sus experiencias de vida para abrirse camino en el sueño de convertirse en jugador profesional.

Capítulo 13: Marino Millán Moscoso nació en Cali el 29 de abril de 1953 y creció en el barrio Saavedra Galindo. Don Marino Millán y doña Mercedes Moscoso, oriundos de Tuluá, Valle y Pitalito, Huila, respectivamente, se conocieron en la fábrica Calzado Pacífico que se ubicaba sobre la carrera octava. De este matrimonio nace también su hermana menor, Socorro. Crecer en calles destapadas no era cosa fácil, sobre todo cuando pasaban acelerando las rutas amarillo crema y azul plateada levantando el polvo tras de sí. Pero habían mangas, terrenos baldíos en donde Marino podía jugar al fútbol y lugares dónde alquilar bicicletas por 15 minutos. Si bien el fútbol estuvo presente desde el inicio, con padres americanos y tíos caleños, la influencia temprana del cine mexicano con doña Mercedes y la escritura diaria, lo llevó a darse cuenta que lo que quería era contar historias, no ser hincha de un equipo.

Capítulo 14: Miguel Ángel Guerrero Paz madrugó desde niño junto con sus hermanos para ayudar a doña Isabel Paz a vender mangos, tomates y cebollas en la galería Santa Elena. El mantenerse ocupados y cumplir con horarios de manera estricta fueron las estrategias que su mamá aplicó en la crianza para reducir al máximo la exposición que tuvieran a la violencia y los riesgos que los rodeaban. La prioridad era estudiar y a mi Miguel no le gustaba. Su padre, don Miguel Ángel Guerrero, veía en él su reflejo por lo que cuando no estaba viajando intercedía para aflojar un poco los regaños y permitir que Miguel jugara más. Miguel “el niche” Guerrero, el alguna vez boxeador amateur que tuvo como referente a Rodrigo Valdez, nos abre espacio para conocer tanto su historia de vida como quienes lo han acompañado durante el transcurso de la misma.

Capítulo 15: John Felipe Rivas nació el 30 de marzo de 1978 en Candelaria, Valle del Cauca. Su madre, doña Dominga Rivas, fue la encargada de garantizar que no le faltara nada a él y a sus 6 hermanos y hermanas: Diana, Wilson, Ángela, Clara, Betty y Lina. Viviendo en arriendo, Felipe y su familia habitaron varios sectores y casas, siendo uno de los más importantes para  su niñez y juventud el barrio Panamericano. Su formación futbolera empieza viendo jugar a los adultos en la cancha La Colombiana e imaginándose cómo sería pegarle al balón así de fuerte, correr, chocar, utilizar guayos y uniforme. Su familia se reunía casi todos los días a jugar Bingo, gracias a esto Felipe aprendió las dinámicas del juego lo suficientemente bien como para luego trabajar un tiempo cantando las balotas. La pelota y la cancha fueron su vida y le permitieron no sólo focalizarse, adquirir disciplina y rigor, sino que también fue el medio a través del cuál logró darle una vivienda fija a su familia.

Capítulo 16: Contra un muro que se encontraba al frente del colegio Nuestra Señora de la Asunción, Edison Mafla dio sus primeros balonazos. Nacido en Florida, Valle el 14 de agosto de 1971, Edison creció corriendo las calles y los parques del barrio Andrés Sanín en Cali. Su padre, Manuel Santos Mafla, trabajó en un taller de mecánica; y su madre, Rosalba Peña, emigró a Venezuela para trabajar como empleada doméstica cuando su hijo tenía 10 años. El gusto por ver televisión, sobre todo el programa infantil Topo Gigio del cuál deriva su sobrenombre, solo era superado por los picados con sus amigos con quienes jugaba hasta entrada la noche. Su abuela, Celmira Peña, y su abuelo, Fredy Guasá, estaban pendientes de que Edison respondiera por sus estudios y se alimentara bien. Fueron los encargados de su infancia y quienes terminaron de inculcarle el amor por el equipo del cual son hinchas por herencia: el Deportivo Cali

Capítulo 17: Carolina Pineda Echeverry es una caleña nacida en el municipio de Granada, Antioquia, el primero de octubre de 1989. Cuando tenía un año de edad su padre César Pineda y su madre Ofelia Echeverry, decidieron emigrar del campo a la ciudad junto con sus hermanos Duván, Yury y Soreyi. Carolina y su familia se establecieron en un principio en el barrio El Porvenir y luego en el barrio Santa Fe, en donde su mamá manejaba una tienda en toda una esquina y habían más parques y personas con quien saltar, correr y patear el balón. En Santa Fe habían más niños que niñas de su edad para jugar, lo que no representó un problema ya que lo que Carolina quería era estar en la calle. Creciendo sin casi ninguna referencia femenina dentro del fútbol, Carolina igual tenía la noción de que podría convertirse en jugadora de fútbol profesional.Es por eso que al ingresar a la Escuela de fútbol Sarmiento Lora logró potencializar esa visión que tenía de su futuro viendo que existía una selección Valle, una selección Colombia y algunos pocos equipos femeninos en donde podría llevar a cabo su sueño.

Capítulo 18: Vivian Murcia, al igual que sus hermanos John Jairo, James y Helman, nació con ayuda de una partera en casa. El 7 de enero de 1972 Ana Chávez y Bayardo Murcia reciben en el barrio 7 de Agosto a quien sería la última integrante de su descendencia. Vivió en diferentes barrios hasta que a sus 10 años de edad su familia logra construir la primera casa propia en Marroquín. Desde pequeña e influenciada por la pasión que tenía su papá por el América, Vivian empezó a ver y a analizar fútbol. Sentada en las piernas de don Bayardo le corregía cuando él exigía un mal fuera de lugar o debatía directamente con la radio o la televisión las decisiones tomadas dentro de la cancha. El momento en que se da cuenta que siendo periodista puede entrar gratis al estadio es el que termina por determinar su vocación tanto personal como profesional.

Capítulo 19: Hamilton Ricard Cuesta admite que no fue un estudiante destacado, pero sí fue buen estudiante cuando tenía que serlo. Hijo de Ariel Ricard Hurtado y Virgelina Cuesta Durán, nació el 12 de enero de 1974 en el municipio de Quibdó, Chocó y desde que tiene uso de razón reconoce que el amor por el fútbol también vino a la par con él. No fue el fútbol propiamente dicho el deporte que lo recibió sino el microfútbol. Y fue detrás del colegio Carrasquilla Industrial, en una cancha mixta de cemento, en donde jugó los primeros torneos interbarriales representando al barrio El Silencio. Su reputación y autoestima se fueron fortaleciendo con cada torneo que le hacía ganar a los colegios en los que estudiaba. A los 15 años es convocado directamente por el Deportivo Cali y todas las experiencias previas de viaje con la selección Chocó de microfútbol le otorgaron la tranquilidad y la seguridad de salir de su casa y no regresar hasta convertirse en jugador de fútbol profesional.

Capítulo 20: Miguel Antonio Escobar, maestro de construcción y cultivador de la tierra, fue el responsable de haber sembrado el palo de guanábano desde donde después su hijo, Mario Alfonso Escobar, se treparía a narrar partidos de fútbol. María Ignacia Izquierdo, trabajadora doméstica y ama de casa, le intensificó el gusto e interés por la radio. Para Mario Alfonso la transmisión del rosario a las 6 de la tarde era un evento constante con su mamá; y después de eso venían las radio novelas, como Chan Li po o Apague la luz y escuche. Sus responsabilidades académicas hacían parte de una jornada que empezaba desde las 4 am con responsabilidades familiares como barrer, trapear e ir a la galería a ayudar a las ventas. Mario Alfonso caminaba para llegar a su colegio, a la universidad, al trabajo. Eso le permitió estar en contacto con sus vecinos y amigos del barrio Loma de la Cruz y cada uno de los transeúntes que luego lo reconocerían como la voz detrás del Dr. Mao.

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