“Como una familia”: así recuerda el gerente de Diners a las víctimas de la masacre

Por: María Camila Hernández

Para Eduardo Fernández de Soto, gerente de Diners Club desde marzo de 1982 hasta septiembre de 1985, no hubo ningún indicio que permitiera presagiar lo que sucedería en la noche de ese 3 de diciembre. Como siempre en el último mes del año, recuerda el ejecutivo, había mucho trabajo. Era la época en la que las personas utilizaban más la tarjeta de crédito para hacer sus compras de Navidad. Todos los caleños se preparaban para las fiestas decembrinas, incluyendo a los empleados del Diners, algunos de los cuales se quedaron esa noche en la oficina para alistar la decoración navideña.

Al recordar a su equipo de ese entonces, Fernández de Soto afirma que eran como una familia. “Era un grupo muy homogéneo, de gente muy hacendosa, de gente muy dedicada a su trabajo, personas que vivían con sus padres”. De las nueve víctimas mortales, siete eran mujeres. Ninguno de los fallecidos tenía más de 30 años.

Los que siguieron a la masacre fueron días muy duros. Varias personas de Diners Bogotá lo acompañaron en los trámites que como gerente debía llevar a cabo. Sin embargo, quien estuvo a su lado “con una abnegación impresionante” fue su esposa, que acompañó a los familiares de las víctimas, asistió a los velorios y entierros en caso de que él no pudiera hacerlo.

A pesar de los años, el dolor todavía se refleja en los ojos de Fernández de Soto al hablar del “grupo”. Sin embargo, le reconforta recordar las palabras de los padres de algunas de las víctimas, quienes le agradecieron y le contaron que sus empleados lo apreciaban por su humanidad. Eso, asegura, fue como “un bálsamo” en medio de la tristeza.

Hoy, el entonces gerente del Diners Club de Cali lamenta que ese tipo de hechos se hayan vuelto recurrentes en nuestro país. Pero, sobre todo, que los colombianos nos hayamos acostumbrado a ellos: “perdimos la sensibilidad, perdimos la posibilidad de impactarnos y creo que ese es uno de los aspectos que más daño nos ha hecho a los colombianos como sociedad. Ese tipo de cosas ya no nos importan, cuando deberíamos todos lamentar profundamente, ser mucho más solidarios y estar más al tanto de los dolores de los demás, pequeños, medianos o grandes, pero ser mucho más compañeros”.

En su caso personal, siente que esta lamentable experiencia lo hizo ser aun más sensible al dolor de los demás. “Desde ese momento he querido acompañar siempre a las personas que tienen algún sufrimiento, me parece que el acompañamiento ayuda, sirve para que la gente atenúe de alguna manera los dolores que puede sentir por la pérdida de algún ser querido”.

Ahora que los vallecaucanos y todos los colombianos tienen la oportunidad de conocer esta dolorosa historia gracias a la miniserie de Telepacífico, Fernández de Soto espera que este ejercicio de memoria sirva para que “este tipo de hechos no se repita, ni en Colombia ni en ninguna parte del mundo”.

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