Historias de muerte: en las calles y en los sueños

Por: María Camila Hernández

Para James Vladerrama, ‘La mirada de los condenados’ representa su reinvención. Y es que cuando estaba investigando, junto con Óscar Osorio, todo lo relacionado con el crimen del Diners Club de 1984, Valderrama cargaba su propio duelo. El entrar en contacto con el dolor por la muerte de las nueve víctimas de la masacre lo obligó a enfrentarse al dolor por la muerte de su hermano. Entendió que “la tragedia no finaliza con el muerto, la tragedia comienza cuando la persona se muere, porque uno tiene que inventarse otra manera de vivir”. Su nueva manera de vivir fue contando las historias de quienes ya no la podrían contar.

En el proceso de escritura del libro estuvo en contacto con las familias de las víctimas, con los objetos, los diarios, la ropa que guardaban de sus muertos. Pero también conoció a las familias de los victimarios, que cargaban con sus propias tragedias. Tuvo que guardarse el dolor, la rabia, su duelo, para ser periodista. “Lo que hice fue despojarme de juicios y recibir las historias de vida de una manera imparcial, sin hacer juicios, pero sin embargo me tocaba hacer un ejercicio muy fuerte para no juzgarlos, no dejar salir esa ira profunda hacia ellos por haber hecho tanto daño”.

Las historias de la masacre del Diners lo perseguían hasta en los sueños. Algunas veces soñaba que era una víctima, recorriendo el lugar que había estudiado tanto; otras veces “yo creo que por la misma culpa de haber estado con esa gente empecé a soñarme como asesino y eso era terrible porque me levantaba totalmente abrumado por el dolor”. Tuvo que hacer un “ritual de despedida” para dejar ir esas historias, las vidas y las muertes que no lo dejaban dormir.

Sin embargo, la vida lo volvió a enfrentar a esta historia. Poco después de terminar el libro, Valderrama se encontraba en un pueblo cerca a Pereira. Caminaba por una calle cualquiera, con su libro en la mano, cuando se encontró con James, uno de los asesinos. Ya había salido de la cárcel en libertad condicional. Lo primero que hizo Valderrama fue mostrarle el libro. Rodríguez le preguntó si había escrito todo lo que ellos habían contado, con sus nombres reales. “Le dije ‘sí, yo saqué eso con tu nombre, yo te lo dije, para eso era. ¡No fregués!, me dijo él”.

Debido a este increíble encuentro, la primera copia de ‘La mirada de los condenados’ la recibió uno de los victimarios. “El primer libro que dediqué fue a él, y se lo dediqué diciéndole que era quizás uno de los lectores más importantes de esa historia, para que esas cosas no se repitieran”. James le quiso mostrar que ya estaba reinsertado, y lo llevó a donde estaba trabajando. El impacto para Valderrama fue muy grande cuando Rodríguez lo llevó a una escuela de enfermería, en donde el exconvicto se encargaba de la parte administrativa de los cursos.

“Lo veo ahí sentado y alrededor de él giran muchas mujeres, de la misma edad de las que murieron, mujeres muy bonitas que estaban estudiando enfermería, algunos lo abrazan y se sientan alrededor de él. Y ahí lo dejo, esa es la última imagen que tengo de él”.

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