Cita con el cantante: Miguel Antonio Escobar

Miguel Antonio Escobar, maestro de construcción y cultivador de la tierra, fue el responsable de haber sembrado el palo de guanábano desde donde después su hijo, Mario Alfonso Escobar, se treparía a narrar partidos de fútbol.

María Ignacia Izquierdo, trabajadora doméstica y ama de casa, le intensificó el gusto e interés por la radio. Para Mario Alfonso la transmisión del rosario a las 6 de la tarde era un evento constante con su mamá; y después de eso venían las radio novelas, como Chan Li po o Apague la luz y escuche.

Los primeros cuatros años de bachillerato los cursó en la escuela Eustaquio Palacio. Para quinto logró ingresar a Santa Librada. Sus responsabilidades académicas hacían parte de una jornada que empezaba desde las 4 am con responsabilidades familiares como barrer, trapear e ir a la galería a ayudar a las ventas. Mario Alfonso caminaba para llegar a su colegio, a la universidad, al trabajo.

Eso le permitió estar en contacto con sus vecinos y amigos del barrio Loma de la Cruz y cada uno de los transeúntes que luego lo reconocerían como la voz detrás del Dr. Mao. Una voz que durante sus primeros castings radiales fue rechazada por considerarla muy delgada para el estándar que instauraron los locutores de la época. Mario Alfonso Escobar no se achicó y frente a las incredulidades, que no le faltarían, caminó cada vez más seguro y confiado de sus capacidades.